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Arquitectos: OBO Estudi
- Área: 102 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Andrés Flajszer
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Una joven pareja con un hijo y otro en proyecto adquieren una vivienda de autoconstrucción en el barrio de la Floresta Pearson de Sant Cugat del Vallès. La vivienda, de planta baja y planta sótano, se adapta a la accidentada topografía formando dos plataformas. La inferior, de acceso desde el vial, contiene un patio usado como huerto, el aparcamiento y unos pequeños espacios destinados a almacenaje. La superior, al lado de un talud que niega todo el Sol de invierno, reparte su espacio entre la propia vivienda y un jardín con una piscina que fronteriza con el entorno del parque natural de Collserola. La propuesta debe actuar en dos sentidos: lograr la habitabilidad necesaria para ocupar rápidamente la vivienda y posteriormente ampliar el edificio generando las correctas relaciones con el entorno inmediato.
Nos encontramos en una vivienda de cuatro crujías unidireccionales con muros de carga y unas luces razonables. Dado que el edificio vive en la sombra casi todo el invierno, la antigua propiedad invirtió durante su construcción para garantizar un buen grado de aislamiento tanto en cubierta como en fachadas.
Se detecta que el orden estructural existente permite ordenar el programa, destinando así el grueso de los esfuerzos a la fase de ampliación. En esta primera fase, la actuación se centra en la construcción de unos tabiques de madera que otorguen la privacidad necesaria para ocupar rápidamente la vivienda pero que, a la vez, sean capaces de permitir la conexión entre los diferentes espacios comunes. Se sustituyen o modifican puntualmente las carpinterías para garantizar el correcto grado de aislamiento térmico y una buena relación con el exterior. Se invierte en la implementación de un nuevo sistema de calefacción mucho más eficiente que realice un buen aporte de calor a la inercia del habitáculo.
Ante la llegada del segundo hijo, la segunda fase del proyecto se centra en ampliar el programa habitacional de la vivienda para albergar la familia al completo. Para ello, aparecen dos nuevos volúmenes de termoarcilla que garanticen el aislamiento térmico de la vivienda y se mimeticen con la materialidad de la cubierta mientras se aplica un acabado unitario al resto de la construcción.
Por último, si bien se soluciona el problema térmico de invierno, la disposición del edificio no ofrece mucho sombreo durante el verano. Así pues, aprovechando la línea de construcción de las ampliaciones, la vivienda gana una segunda piel formada por una estructura metálica muy ligera y una celosía de cuerdas de cáñamo que actúan como pérgola y proponen un espacio intermedio entre el interior y el exterior. Se planta un conjunto de enredaderas de hoja caduca que durante el verano proporcionen la sombra deseada, pero que en invierno permitan la entrada de luz al habitáculo. No hay más voluntad que la de apropiarse del exterior propiciando una buena sensación de confort que permita desdibujar la frontera entre la vivienda y el entorno inmediato.